martes, 6 de mayo de 2014

                                                                                                                                                                           
                                       
                                                                         
             

                          
                                                    NECROPOLIS DE LAURITA EN GADIR (GRANADA)

A la derecha  Necrópolis Fenicia de Laurita en el Cerro de San Cristóbal, pertenece al siglo VII a.C. y es uno de los vestigios púnicos más antiguos, a la izquierda columna existente en la finca de Sebastián (QEP) donde se utilizaba este tipo de piedra o de asperón para enterrar a sus difuntos; se huso como sostén de cobertizo, para aguantar parras, ect.

Toda la costa mediterránea desde Almería hasta Cádiz, está jalonada de restos púnicos-fenicios, son varias las “necrópolis que han aparecido tanto en Málaga, Algarrobo, Bárbate, Cádiz, Gadir, ect.”. Si vemos las columnas presentada en este Blog, en el término de Alhaurin y comunicada por escrito al Ayto. Dando los datos correspondientes, para que por parte de este Ayto. Se hubiesen tomados cuantas medidas hubiese creído necesaria para certificar dichas columnas. Columnas de unas dimensiones de 0,75 por 0,50 igual parecido a la expuesta a la derecha de este escrito. 
                                                           
 En próximos escritos daré a conocer,  anfora, lucerna, monedas, flechas ect. Encontradas por él en la finca de su propiedad, y entregada a mi persona.

 Las ánforas, se colocaban a los pies del cadáver. Otros elementos del ajuar era la Lucerna, parece que no tenían una ubicación determinada en el conjunto del sepulcro, con lo cual podían distribuirse en cualquier lugar de la tumba, aunque normalmente lo hacían a la altura de la cabeza o de los pies. La necrópolis es un cementerio, lugar destinado a enterramientos. Su significado ciudad de los muertos, proviene del  griego: necro, muerto, y polis, ciudad.

Los difuntos podían ir o no acompañados de ajuar funerario, cuya presencia y abundancia dependía del estatus social que el fallecido había alcanzado en vida. En el caso de existir ajuar, este se disponía en el interior de la tumba de forma caprichosa, es decir cada pieza del ajuar respondía a un orden y tenía un sentido concreto, existiendo unas reglas determinadas para su exacta colocación.

Una vez realizados todos estos preparativos, que debían llevarse a cabo de forma meticulosa, tenía lugar el entierro en sí, y llegados a este punto debemos imaginar que el cortejo fúnebre lo componía familiares y allegados de aquel que iban a despedir a pie de la sepultura.  

 Una vez concluido todo el ritual se procedía al sellado o cierre de la sepultura, cerramiento que va a diferir en función del tipo de enterramiento ante el que nos encontremos, pudiendo tratarse de pesadas lajas de piedra, cuando se trataba de una tumba de cista o fosa, por ejemplo: se cubría todo el conjunto de arena que a veces se combinaba con grandes bloques de piedras.

Año II – a 6 de Mayo 2014 texto Cristóbal González Ramírez prohibida su reproducción total o parcial. (Me alegra que me copien y cojan lo necesario de este blog)

La maldad, la envidia, el celo no se adquiere, en comercio alguno, se acumula en la persona, cuando de la nada se cree necesario.  (Cristóbal González)