miércoles, 14 de agosto de 2024

                                     MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA

Quiero dar una noticia a los alhaurinos amantes de sus raíces culturales, después de leer, releer durante meses e incluso años buscar y rebuscar en documentos de la época, puedo certificar que el insigne escritor Miguel de Cervantes Saavedra, famoso por su gran obra literaria D. QUIJOTE, visitaba Alhaurín (En dicha época no poseía el adjetivo grande) ni se quedó manco en la batalla de Lepanto.

Al confirmar que visitaba Alhaurín tendría que localizar donde podría pernoctar después de hacer un amplio estudio podría certificar que D. Miguel de Cervantes podría descansar en la antigua Casa de Postas del siglo XVI conocido como el Cortijo de San Antonio, a la salida de Málaga por X y en Vélez Málaga, en la casa X

Para ello me faltaba seguir con mi estudio e intentar localizar en Alhaurín, por el casco antiguo, donde podría descansar tanto el cómo sus dos caballos que arrastraba el carruaje cuando transitaba Miguel de Cervantes.

Por fin localice ¿Qué casa? primero que fuese amplia con agua, cuadras, pajar, huerto y amplísimas habitaciones en el próximo libro daré un amplio resumen que lo dejo para el libro “Recuperando los nombres de nuestras calles”     

                                                    MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA

Participo como soldado de las tropas católicas en la batalla de NAUPACTO, situado en las costas de Grecia; la batalla tuvo lugar el 7 de octubre de 1571, festividad de la Virgen del Rosario entre las tropas católicas y la flota del Imperio Otomano. Conocida por el pueblo como la batalla de Lepanto.

De la batalla se le quedó casi paralizado el brazo (No perdió el brazo) como dicen las crónicas de Miguel de Cervantes como el manco de Lepanto.

En el próximo libro “Nombres de nuestras antiguas calles” de próxima publicación se dará a conocer los datos relativos de D. Miguel de Cervantes en nuestro Alhaurín

           Alhaurín el Grande 14 agosto 2024

                                                            

                                     Texto Cristobal González Ramírez