sábado, 1 de octubre de 2016

Calavera

                                                            


En sus memorias  D. Diego Fernández Medina y Segredo, recoge que es Síndico Procurador General de la Sagrada Religión de N.S.P.S. Francisco, a cuyos individuos socorre continuamente en sus necesidades religiosas, hospedándolos y manteniéndolos en su casa cuando transitan a pedir y recoger limosnas o en sus peregrinaciones, expendiendo  con liberalidad muchas sumas de dinero, ya para ayudar a las obras, reparos, de sus iglesias y Conventos como el que se asentaron los franciscanos, edificio del actual Ayto. Cimientos  origen bereber  una de las tres alquerías que existían en Alhaurin, junto a la alquería de Fadala, y las Torres de Jurique, alquerías que desde la parte trasera del Ayto.  (Huerto los Frailes) se puede divisar que están  en línea; forma de contactar, mediantes señal con espejo o humo ante cualquier ataque de  fuerzas cristianas.

El antiguo convento de los Franciscanos sufre diferentes reformas, fue Pósito, escuela, Ayto.  Cobijó el juzgado de Paz, el consultorio médico santa Catalina, pero no es hasta finales de la primera década del S. XXI cuando aparecen nichos con restos humanos ¿de frailes? en la  entre-planta existente entre sótano y el patio del Ayto. La Fotografía ha sido retocada para conservar la identidad  de la persona que sostiene la calavera..

Es por ello por lo que desde este blog, se solicita que los bajos del Ayto. (Cuevas según el dicho popular) se habilite como museo arqueológico, archivo municipal, disfrutar de sus vistas al Valle del Guadalhorce, que unido a la exposición  de enseres procesionales y  fotografías que posee  en la Casa de la Cofradía,  la  Santa Vera Cruz “los Verdes” se podría crear un complejo dedicado a la cultura de Alhaurin con visitas guiadas. Adornando las calles del casco más antiguo  con macetas, sus calles estrechas y serpenteantes que circunda el complejo de la Ermita y el Ayto. “Se asemeja aún barrio judío” 

                                   1Octubre 2016 texto Cristóbal González Ramírez